Sin duda alguna 2016 ha sido un año excepcional para el Camino de Santiago en lo que a números se refiere. Se han batido todas las marcas posibles, con más de 272.000 peregrinos registrados por la oficina del peregrino tras haber recogido su Compostela, el certificado que acredita haber completado el camino de alguna de las diversas formas posibles, a través de alguna de las rutas oficiales y siguiendo las directrices fijadas para la obtención del mismo.
En total, más de 168 nacionalidades diferentes se han encontrado en el Camino de Santiago a lo largo del año que acaba de terminar; el Camino Francés sigue siendo el elegido por la mayoría de los peregrinos para vivir esta aventura, quizás por ser el que cuenta hasta el momento con una mayor oferta de servicios o por el simple hecho de ser la ruta más conocida fuera de nuestras fronteras. Sin embargo, otras alternativas como el Camino Portugués, el Camino del Norte o el Camino Primitivo han ido ganando adeptos en este último año y posicionándose dentro de las primeras opciones para los peregrinos nacionales de forma especialmente notable, y para el peregrino europeo en segundo lugar.
Precisamente es el número de peregrinos extranjeros el que ha experimentado un cambio significativo, con un aumento exponencial en los últimos cuatro años que se ha visto traducido en que son ya el 55% del total según las cifras con las que se cierra este año. Gran parte de la culpa de que este haya sido un año de records, superando incluso al año Xacobeo 2010, que hasta el momento ostentaba todas las marcas, fue debido a la apertura de la Puerta Santa de la Catedral, que se mantuvo abierta de forma excepcional hasta el 13 de noviembre con el motivo de celebrar el Año de la misericordia. Tras once meses abiertas, las hojas de la puerta fueron plegadas en un acto presidido por el Arzobispo de Santiago, Julián Barrio, y hasta el próximo año Xacobeo se tendrá lugar en 2021, permanecerán completamente cerradas, por lo que debemos aguardar hasta entonces para cruzar este símbolo jacobeo en busca de la indulgencia plenaria.
La nueva señalización del Camino Francés fue otro motivo de debate continuado a lo largo del año desde el anuncio por parte de la Xunta de Galicia de retirar los mojones existentes y sustituirlos por nuevos marcadores, eso sí, ubicados bajo las directrices de unas nuevas mediciones ordenadas por la Administración Pública, mediciones que trajeron consecuencias impensables, como trasladar la señalización del mítico kilómetro 100 desde el término municipal de Sarria hasta la vecina Paradela. El simbolismo del mojón que marca los 100 kilómetros que restan para llegar a Santiago radica en que esa es precisamente la distancia mínima a recorrer por los peregrinos que realicen el Camino a pie para poder obtener la Compostela, lo que había convertido a Sarria en el lugar elegido por un número elevadísimo de romeros para iniciar su aventura. Los antiguos hitos, colocados en el año 1986 por la Diputación de Lugo en primera instancia, seguida de la de A Coruña, señalizaban más de 90 kilómetros del trazado Francés en las dos provincias mencionadas, y contaban con el emblema de la concha de vieira y una placa donde figuraban los kilómetros que distaban hasta la plaza del Obradoiro. El origen de este cambio en la señalización y por tanto de la retirada de las piedras graníticas que salían al paso del peregrino desde su colocación se debe a un mandato de la Unesco que permanecía en la recámara desde el año 2007, donde señalaba que era imprescindible realizar una nueva delimitación del itinerario y del kilometraje del mismo con exactitud si se deseaba conservar el título de Patrimonio de la Humanidad.
Otro de los temas de actualidad relacionados con el Camino de Santiago a lo largo del pasado año fue la unificación de la Credencial del Peregrino, o lo que es lo mismo, la decisión del Cabildo de la Catedral de Santiago de admitir solamente la Credencial oficial para recoger la Compostela, justificando esta medida como una herramienta para acabar con el negocio existente en torno a la venta de credenciales y a la mala imagen que esto brinda sobre el Camino, ya que la gestión de la misma no puede realizarse nunca con criterios comerciales ni con ánimo de lucro.
Además de marcar registros históricos y provocar diversos temas de debate, los doce meses que acaban de echar el cierre nos dejan otros temas de interés sobre la ruta jacobea, como es el nacimiento de la primera Cátedra universitaria sobre el Camino, promovida por la Universidad de Santiago, la Catedral y Turismo de Galicia, la obligatoriedad de utilizar sábanas de tela en los albergues en lugar de las habituales desechables, o la reciente aprobación para la concesión de la Compostela a aquellos que realicen el Camino Inglés desde A Coruña pese a no contar esta ruta con los 100 kilómetros mínimos exigidos para su obtención, una medida que imprime fuerza a este Camino, que en los últimos años persigue promocionarse y aumentar su visibilidad como una de las principales alternativas para el peregrino.
El primer albergue de peregrinos a la japonesa de España, inaugurado en Palas de Rei en el mes de diciembre y que cuenta con una marcada inspiración en los hoteles cápsula asiáticos, fue otro de los temas comentados en el ámbito jacobeo, así como lo fue la aparición de una escultura de la fachada medieval del Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago durante las obras de restauración de la torre sur; se trataba de una escultura de la escuela del Maestro Mateo, emparedada y oculta bajo tierra y cascotes desde las anteriores reformas realizadas en el siglo XVI y que presentaba un excelente estado de conservación.
El año 2016 nos dejaba también numerosas historias de superación, como la de Oliver y Juan Marfil, dos hermanos granadinos, uno de ellos con una discapacidad del 96%, que peregrinaron desde Roncesvalles bajo el lema “Camino sin límites” con el fin de generar más conciencia social sobre la accesibilidad para las personas con movilidad reducida. También hubo lugar a las peregrinaciones más peculiares, como la primera expedición de peregrinos llegados desde la Antártida, que llegaron a Santiago tras 14.075 km y 5 meses de travesía, o la aventura peregrina de Matías Amaya, un argentino aventurero de 33 años de edad que hace cuatro años y medio salió de su San Juan natal para aventurarse en un viaje en bicicleta que lo llevaría a recorrer medio mundo y descubrir numerosas culturas. Su historia es muy especial, ya que cuando llegó a España venía con la idea equivocada de que el Camino empezaba en Obradoiro, pero cuando llegó a la capital de Galicia un párroco compostelano le impuso como castigo ir hasta Roncesvalles y volver haciendo el Camino en la dirección correcta apelando que jamás había visto un peregrino tan despistado. Matías cogió entonces su bicicleta y realizó el Camino Francés en dirección opuesta, mientras descubrió en medio de la ruta que existían diversas alternativas, no solo la francesa como él creía, por lo que tras llegar a Roncesvalles, se desplazó a Irún y regresó a la plaza del Obradoiro por la costa Cantábrica siguiendo el Camino del Norte.
En definitiva, 2016 ha sido un año excepcional para el Camino de Santiago y su continua proyección de crecimiento, con la declaración del Camino de Invierno como nueva ruta oficial, el aumento de las infraestructuras en los diferentes caminos con el fin de ofrecer alternativas que vayan más allá del masificado Camino Francés, o las diferentes cifras excepcionales conseguidas a lo largo del año haciendo que por primera vez en la historia las marcas a batir no correspondan a un año jacobeo.
Lo que es cada vez más claro es que el Camino crece más cada año, que hay un camino para cada persona y que quien descubre por primera vez la magia que en él se esconde, acaba repitiendo siempre. Seguro.
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