Camino Invierno: Etapa 7

Emprendemos esta séptima jornada dejando atrás Chantada por la carretera comarcal, concretamente nos despedimos de esta ciudad por la plaza de Santa Ana y enlazando posteriormente con la calle Uxío Novoneyra. A unos metros, tras haber cogido la carretera, giraremos a la izquierda pasando por delante de otro peto de ánimas.

Los primeros núcleos por los que pasaremos serán los de Centulle y Casasoa, separados por un kilómetro escaso. Rodeados de pequeñas casas y hórreos saldremos de esta última cruzando la carretera que une las ciudades de Ourense y Lalín y a unos cien metros giramos a mano izquierda por una senda de tierra. Para aquellos que deseen continuar sobre asfalto podrán hacerlo siguiendo de frente por esta carretera. El sendero se cruza un poco más adelante con otra vía comarcal, la cual cruzamos para enlazar con el camino de tierra, en el lugar de Boán.

Siempre continuando de frente alcanzaremos rápidamente otro pequeño núcleo, en este caso el de Lucenza. Lo cruzamos y una flecha amarilla nos indica que debemos girar llegado un punto a mano derecha para volver a pisar asfalto durante unos metros. Un poco despuçes tendremos que desviarnos de nuevo e ir intercalando así pistas de tierra y carretera durante los siguientes kilómetros. Seguimos ascendiendo ligeramente hasta llegar a Penasillas, lugar perfecto para hacer una parada en su pequeña plaza, rodeada por una modesta capilla de piedra y de nuevo otro peto de ánimas, en este caso de mayores dimensiones que los vistos en jornadas anteriores.

Más vale coger fuerzas porque comienza ahora el ascenso hasta la ermita de Nuestra Señora de O Faro. Tras otro cruce por carretera continuamos de frente por un camino de fuerte pendiente positiva y tras recorrer unos dos kilómetros por pistas forestales iremos a dar a una carretera, justo a la altura de un monolito de piedra en honor al poeta Pablo Rubén Eyré. Continuamos por ella ascendiendo unos minutos más para desviarnos a mano izquierda un poco más arriba por el conocido como “Camino de la Virgen” y que nos conducirá directamente a la ermita, a algo más de mil metros de altitud.

Además del cansancio, las vistas nos dejarán sin aliento ya que si el día es claro podremos ver a lo lejos todos y cada uno de los grandes montes gallegos. El trazado continúa de forma descendente, por una carretera a mano derecha o volviendo al camino por el que subimos y a escasos cien metros ascender ligeramente hasta la altura de un mojón. Luego enlazamos con otra carretera a mano derecha que sigue cayendo en picado durante unos cinco kilómetros, justo hasta un puente que cruzamos para seguir la estela de los molinos de viento.

Un gran monolito nos indicará que vamos por buen camino, rumbo al Pazo de Camba. También conocida como “Casa dos Churruscaos”, esta edificación perteneció a la familia Camba, la cual dominó durante muchos años en esta zona. Existen vestigios de esta edificación ya desde el siglo IX, concretamente de su capilla anexa a la Casa Grande por un pasadizo superior. Tras esta parada obligatoria continuamos por el valle de la Hermida hasta Río. Desde aquí seguimos hasta Rodeiro, a unos cuatro kilómetros, pasando antes por el lugar de Mouriz. Alcanzaremos finalmente la plaza del ayuntamiento, construida sobre una antigua fortaleza y la cual consta de una gran fuente. No podemos irnos de aquí sin visitar alguna de sus iglesias, consideradas por muchos como auténticas joyas del románico gallego.

No olvides tener en cuenta:

El ascenso a la ermita del Monte de Faro conviene tomárselo con calma y disfrutar de las vistas. Esta no se encuentra en el trazado jacobeo oficial, pero recomendamos tomar el desvío marcado para poder visitarla. Hay que ir siempre bien cargados con agua, aunque en esta etapa nos encontraremos con varias fuentes donde poder rellenar las cantimploras y refrescarnos.